Sin embargo, al putero Emérito le hemos mantenido desde que llegó a España porque se le puso en los cojones al asesino dictador, y porque una vez muerto el asesino dictador nadie movió un dedo para plantear un referéndum serio y democrático en el cual los españoles hubiéramos podido elegir entre Monarquía Parlamentaria o República.
Eso no fue así. La vuelta a la monarquía se venía preparando desde que al final de la II Guerra Mundial las potencias occidentales simpatizaban la solución de una monarquía democrática, como así fue en virtud del referendum convocado en 1947, que fue convocado por Franco y tuvo las bendiciones de los sectores moderados de la derecha no franquista, de parte del Ejército y de los liberales y moderados socialistas, además de los EEUU, Inglaterra y otras potencias. Es una historia larga de contar y el que quiera conocerla que indague y se entere.
Precisamente por eso hubo un consenso extraordinario durante la Transición porque todo el mundo entendió que era mejor la monarquía democrática dentro del cuerpo constitucional y no someterla a la demagogia de unas elecciones partidistas. Incluso los líderes históricos del PCE dieron el visto bueno. Ni Francia, ni Alemania, ni Gran Bretaña, ni Italia, ni los EEUU, estuvieron por la alternativa republicana.
La dos repúblicas anteriores no beneficiaron en nada a los españoles. Fueron un desastre.
